El 30º FANCINE empezó muy pronto para Filmtropía. Y es que cuesta creerlo pero el primer pensamiento ya se lo dedicamos hace dos años, cuando recién terminada la vigesimoctava edición nos planteamos hacer algo especial para la cifra redonda que es la trigésima.
Aquel del 2018 había sido un festival difícil para la organización. Todo iba bien durante su previa hasta que, por historias que no vienen al caso, las cosas empezaron a torcerse de forma demencial a veinticuatro horas del comienzo. Por poner un ejemplo, el supuesto artista contratado para la gala inaugural daba la espantada a última hora alegando «problemas de agenda», todo después de haber hecho los ensayos y toda la pesca.
No me privaré de decirlo: todavía hoy, muy de cuando en cuando, me viene el recuerdo y vuelvo a cagarme «en su puta madre».
Alessandra García y Violeta Niebla, integrantes del colectivo Dos Bengalas, tuvieron entonces que improvisar un nuevo espectáculo en el que acabó sonando el Don’t Stop Believin’ de Journey. No cabe duda de que salimos ganando con el cambio, y así se lo hicimos saber con chapitas que diseñamos ex profeso. Un amigo de un amigo sostiene que «si no te gusta Journey es que no tienes corazón», y como estoy muy de acuerdo con él podríamos decir que aquella gala la sacaron adelante tirando de corazón.
Todo esto lo cuento porque comprendí lo que un mínimo detalle de atención, aprecio y respeto puede cambiar las cosas el día mediado aquel festival en que hice entrega de la primera de la citadas chapitas a Tamara Harillo, responsable de prensa y comunicación. Y es que en aquel momento, sin nosotros saberlo, las integrantes de la organización se sentían muy solas en medio de una vorágine de malestar y mal rollo que las tenía desmoralizadas: aquel gesto sirvió para hacerles ver que alguien más estaba ahí, con ellas, respaldando su trabajo.
Tamara, a veces me pregunto qué habría sido de nuestra historia común de no haber sido por aquella chapita.
Este año tocaba otro año difícil, uno cargado de impedimentos, limitaciones e incertidumbre por las circunstancias que nos tocan vivir, y tras haber cubierto este último Festival de Málaga yo llegaba con la convicción de que era MUY IMPORTANTE no solo que se celebrara el FANCINE sino que, además, este fuera presencial y asistiéramos. Pero sobre todo, llegaba con la certeza de que si hace dos años había sido importante «estar ahí» este año lo sería aún más.
¿Y qué podíamos hacer a este último respecto? Por lo pronto, aquello que llevábamos tiempo ideando.
Como creemos que hay mucho sentimiento bueno hacia este festival que no acostumbra a alcanzar a sus organizadoras, se nos ocurrió idear alguna forma para hacerles llegar parte de ese afecto que despiertan, de ese amor que se les tiene. Decidimos hacerlo pidiendo primero a varias personas que escogieran una película proyectada durante alguna de las veintinueve ediciones previas del FANCINE: una que hubieran descubierto gracias al festival, que les impactara, que hubiesen disfrutado sobremanera... alguna de la que guardaran un especial recuerdo o a la que tuvieran algún recuerdo especial asociado... lo que fuera.
Con sus elecciones elaboramos unas postales que tendrían en el anverso el cartel de la película escogida, y en cuyo reverso podrían manuscribirles lo que quisieran: alguna historia, palabras de ánimo, muestras de agradecimiento... cualquier cosa sincera, bonita y sentida que saliera de ellos. Unas postales que mandaríamos ensobradas a la organización durante la previa del festival, una cada día.
Pensamos que sería algo bueno para esos días malos que siempre hay, así como una forma de recordarles que no están solas y que se las respalda. También que ya iba siendo hora de que fuéramos nosotros (y con nosotros no me refiero a Filmtropía sino a los fancineros) los que pusiéramos corazón para ellas. Y, por descontado, que valía la pena hacerlo por tratarse de algo bonito.
Todos aquellos a quienes consultamos se prestaron a participar de inmediato, aun sin comentarles de inicio lo que pretendíamos hacer con la película que escogieran: colaborarían en lo que fuera siendo como era para el FANCINE. Y así reunimos veintinueve postales, tantas como ediciones habían sido, en las que la selección de los participantes, que no tuvieron más premisa que no repetir una película ya escogida por otro, abarcó cine de un total de diecisiete nacionalidades; una selección en la que tuvieron cabida un musical, una película de animación y hasta un corto, y que cubrió quince de las veintinueve ediciones hasta entonces. Son detalles que os cuento porque consideramos que dicen mucho tanto de la trayectoria del festival como de la variedad en los gustos de sus fieles.
¿Y la edición de la que más películas se seleccionaron? Aquella vigesimoctava tan dura que citamos al comienzo. Quién lo iba a decir...
Por otro lado, también quisimos apuntalar sus ánimos con lo que llamamos FancineMemes. Creamos treinta memes relacionados con el FANCINE que en muchos casos sólo alcanzarían a comprender o verles la gracia las integrantes de la organización; memes que se publicarían en nuestras redes sociales también durante la previa, cada día de lunes a viernes a una misma hora, con la intención de arrancarles una sonrisa. Asímismo, nuestro Cyberchivo Curro Burgos elaboraría un par de vídeos bajo la misma premisa, aunque no tanto para arrancarles una sonrisa como directamente la carcajada. Porque las tonterías se nos da bien y eso, de alguna forma, tenemos que aprovecharlo.
Y puesto todo en marcha sólo nos cabía esperar que nada se torciera lo bastante como para impedir que el festival se celebrara. ¿Y qué fue lo que pasó? Primero que un domingo 25 de octubre, tres semanas y media antes de su comienzo, el Gobierno aprobaba un estado de alarma con toque de queda a las 23:00 horas, una medida que obligaba a modificar la programación del FANCINE para adaptarla a las nuevas condiciones. Después, un 8 de noviembre, a tres días del comienzo, la Junta de Andalucía decretaba nuevas restricciones entre las que se incluían el cierre tanto de los municipios como de toda actividad no esencial a partir de las 18:00. Todo un año de trabajo para acabar encontrándose en esta tesitura, ¿os ponéis en su situación?
Cuando escuché lo del cierre de la actividad no esencial a partir de las 18:00, me dije: «se acaban de cargar el FANCINE».
Pero no.
Ellas escogieron el camino difícil. This is the Way.
Decidieron no dejar de creer. Don’t Stop Believin’.
Y contra todo pronóstico, cuando «lo razonable» hubiera sido abandonar, se impuso el corazón y siguieron adelante.
Chúpate esa, Descartes.
La cultura encontró la manera porque la cultura siempre encuentra la manera, y el miércoles 11 de noviembre a las 11:30 estaba sentado en una de las butacas de la Sala 1 del Cine Albéniz, listo para disfrutar de la gala inaugural. Y terminada esta, a punto de empezar Wendy, película de la inauguración... ostrás... ¡sentí un tremendo orgullo! ¡¡¡Pero una cosa bárbara!!! Y no tanto por estar allí o porque el FANCINE se celebrara como de las organizadoras, en particular de Rocío y Tamara, que son las dos con las que más trato.
Porque sé que ellas lo dan todo. Ponen todo el corazón. Y se dejan la salud. Doy fe.
Wendy me pareció maravillosa y a partir de ahí me relajé porque sabía que todo sólo podía salir bien; que lo complicado era que les permitieran hacer el festival, pero que una vez arrancado todo iría rodado porque ellas saben hacer. Y así fue. Desde ese momento me limité a disfrutar siempre que me fue posible de dos de las ocho películas que cada día se proyectaban en el Albéniz. Descubrí Alone, Archive, Host, Le Dernier Voyage de Paul W. R., Mandibules, Sputnik, The Queen of Black Magic y Uncle Peckerhead entre otras, además de esa locura estonia de animación stop motion que es The Old Man Movie, ganadora de nuestro Cencerro Award a la Película Más Perita del 30º FANCINE. Y terminada la jornada en el Albéniz, uno se iba a casa para seguir viendo películas porque este año, pensando en todos aquellos que no pudieran o no quisieran desplazarse, esta trigésima edición también tenía una parte de su programación online a través de Filmin: 12 Hour Shift, Detention, Her Blue Sky, Tag, The Returned y Thermae Romae fueron algunas que vi por primera vez, y también pude revisitar A Day, que ya había disfrutado en el 27º FANCINE y con la que fue un verdadero placer reencontrarme. Todas estas películas que he citado fueron muy disfrutadas aunque ninguna en la medida de Wendy, que me pareció «hecha para mí» y resultó ganadora de cuatro premios: Mejor Fotografía, Mejor Actriz y Mejor Película además del Premio Gato Rabioso que concede la prensa.
Pero más allá de la propia celebración presencial del festival, lo mejor de todo este 30º FANCINE ha sido que, aunque diferente por necesidad, aun teniendo que celebrarse en mañanas y mediodías y contar con menos público por las circunstancias, el espíritu de los años previos se ha mantenido, ha estado ahí: el FANCINE ha sido un FANCINE, y no otra cosa. Y lo ha sido en parte porque se ha celebrado en el Albéniz y porque hemos ido muchos de los fieles, sí... pero yo tengo muy claro el verdadero por qué.
«Lo que más me gusta del FANCINE es el amor y el cariño que permea, que no son otros que el amor y el cariño que vosotras mismas, Rocío y Tamara, volcáis en él.»
Así empezaba mi postal, la que les mandara hace ya unas cuantas semanas. Si el 30º FANCINE ha sido un FANCINE (es más, me atrevo a decir que si el 30º FANCINE ha sido) es en gran medida por Rocío y Tamara, que hacen suyo aquello que el ciego Alfredo le dijera a Salvatore en Cinema Paradiso: «hagas lo que hagas, ámalo [como amabas la cabina del Paradiso cuando eras niño]». A mi modo de ver, ese cariño que vuelcan en el festival y la pasión con que abordan su trabajo son los que alimentan ese espíritu, y no soy el único que piensa así. Antonio Alcaide, de Fusión Freak, escribiría a Tamara: «gracias por ese continuo esfuerzo por hacer la vida más fácil a todo aquel que lo necesite independientemente de si pertenece a un medio o es un simple aficionado», y también le diría que es el corazón del FANCINE porque de verdad lo siente así.
Ellas, como ya he dicho, lo dan todo, ponen todo el corazón, y a cambio lo único que quieren cuando organizan cada edición –porque ni siquiera lo piden– es que vayas y disfrutes. Nada más. Porque tienen muy claro que un festival es una fiesta y a una fiesta se va a disfrutar, a pasarlo bien, cosa que muchos olvidan. Y porque como la propia programadora Rocío Moreno dijera en la entrevista que les hicimos en nuestro primer programa de El Redil, «existimos para los espectadores. Existimos para el público. Sin el público es que no tiene sentido hacer un festival. Si la gente no viene al cine, si la gente no disfruta de lo que nosotros ofrecemos, ¿para qué vamos a hacerlo?»
Tamara Harillo y Rocío Moreno
El yin y el yang de la pizza con piña
No duden en darles las gracias invitándolas a «un cafelito»
Creo que a veces se nos olvida, tanto a la prensa como al público, que el festival lo organizan unos pero lo construimos entre todos, y que ya va siendo hora de que nos metamos en la cabeza que si de verdad lo queremos tenemos que cuidarlo. Damos por hecho que como lleva treinta años siempre va a estar ahí, cuando lo cierto es no tenéis ni idea de lo cerca que ha estado esta trigésima edición de no ser (y no una o dos veces), como tampoco podéis imaginaros lo complicado que puede llegar a ser levantar una nueva edición cuando se ha dejado de celebrar la del año previo.
Y como he escrito anteriormente, creo también que sería bueno que quienes sentimos amor por el FANCINE pongamos en él algo más de corazón. Porque tal y como yo lo veo, aunque la RAE defina amar como «tener amor a alguien o algo», ya puedes sentir todo el amor del mundo por alguien o algo que, mientras no se lo expreses, no lo estás realmente amando. De ahí las postales, que lo mismo que las chapitas de hace dos años nos consta que les han encantado y hecho bien. Yo de cuando en cuando, ya sea con gestos o con textos, procuro hacerlo lo mejor que sé, y os animaría a que hicierais lo mismo porque podéis encontraros con cosas muy bonitas, como que las mismas Alessandra y Violeta que sacaron adelante aquella gala inaugural dos años atrás te hagan un guiño en la de clausura del presente: ellas son así de agradecidas.
Alessandra, Violeta: una vez más, gracias por el detalle.
No sé, a mí es que el FANCINE me ha dado mucho, y no solo películas, risas y momentos. También me ha dado amistades como la de Gabriel, por ejemplo, que el última día del festival me decía: «esto es que ha sido una bocanada de aire fresco que era muy necesaria», un pensamiento que compartimos unos cuantos. O como la de Sergio, que al igual que Gabriel se coge cada año vacaciones para poder asistir, algo que también venía haciendo Adri estos años previos pero que no le ha sido posible este 2020 por estar empezando en un nuevo empleo; con todo, saliendo del trabajo a las 14:30 y teniendo que conducir cuarenta minutos de vuelta desde Villanueva del Rosario hasta Málaga, ha procurado asistir a todas las segundas sesiones que ha podido...
Y aquí cabe preguntarse: ¿por qué tanta entrega? Habría que leer lo que pusieron en sus postales para saberlo pero me aventuraría a decir que una de las razones es la mía misma.
Me la reservo para el final.
En lo personal, esta 30º edición ha resultado emocionalmente muy intensa, y desde luego la más especial (en el mejor sentido de la palabra) que yo haya vivido. Desde un principio decidí afrontarla como si no hubiera mañana porque... bueno... dadas las circunstancias que vivimos lo mismo no hay mañana, y creo que ha sido todo un acierto. A día de hoy, cuando pienso en ella, me emociono por... todo. Cosas de ser Persona Altamente Sensible. Eso que me llevo.
Y como ya le dijera a Tamara, no creo que sean todavía conscientes del valor y la importancia de lo que han logrado; es más, dudo que jamás alcancen a serlo en su totalidad. Han sacado adelante esta trigésima edición en las condiciones más adversas, sin incidentes y con nota, tanto para aquellos que asistimos al Albéniz como para los que tuvieron que quedarse en casa. Varios sold out, todos los pases con espectadores...
Esto ha quedado muy lejos de ser un churro, Rocío. A años luz.
Así que sólo me queda agradeceros a las organizadoras una vez más todo vuestro trabajo y esfuerzo, sacrificio y entrega, aprecio y afecto... Sois un privilegio que dudo mucho que nos merezcamos.
Agradeceros que hagáis el FANCINE porque yo, durante el FANCINE, soy feliz.
Y sobre todo que lo hagáis poniendo, e imponiendo, el corazón. Porque eso, como idealista que soy, de alguna forma me reconforta.
De verdad. Gracias por todo.
Bernabé Naharro Sanz